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"LA CASA DE JUNQUILLOS" (ensayo primero) Más de 60 islas grandes y menores comprende el archipiélago de Chiloé. La isla mayor es hasta hoy conocida como la Isla Grande de Chiloé, la que de norte a sur mide aproximadamente unos 200 Kms., con un ancho promedio de 75 Km. En 1962, unos añitos atrás, un grupo integrado de pequeños agricultores, profesores y estudiantes secundarios, deseosos de conocer sobre lo que han oído por ahí, se comprometieron para atravesar la Isla Grande y llegar hasta la costa oriental, a campo o monte traviesa. Toda esta hueste partió a la aventura encandilados por la verba y entusiasmo de un gringo de apellido Hemelmann, quién nos aseguraba ser guía conocedor del territorio que pretendíamos cruzar. Se configuró el grupo y se largó la expedición desde unos 10 Kms., al Norte de Castro a la altura de un lugarejo llamado Pid-Pid. La verdad es que la parte que empezamos a recorrer, tranco tranco,resultó completamente escarpada. Caminamos cerro arriba toda una tarde, en forma parecida a como en el mar lo hacen las lanchas a vela, que navegan contra el viento, zigzagueando o "voltejeando". Al atardecer, los expedicionarios, alicaídos por el cansancio, llegan en la cumbre de la cordillera de Piuchén, a un pequeño puesto o mediagua de quincho o estacas gruesa, techadas con "tepe" o terrones de tierra y pasto duro, sobrepuesto a modo de tejuelas que daban a esa guarida una relativa seguridad en caso de lluvia. Aquí pernoctamos y, aunque creímos no poder conciliar el sueño, en la serranía, dormimos acurrucados de cualquier manera. Al día siguiente prosigue la marcha, es tiempo de verano y sin embargo hay nubarrones en el horizonte.El tiempo es preocupación permanente, pues hay mucho barro en la huella, esta quedaría imposible en caso de lluvia. La suerte, sin embargo, nos acompaña y tuvimos un hermoso día para andar y andar. La angustia por el tiempo imprevisto se vio compensada por la visión extraordinaria del panorama. A nuestro alrededor veíamos los lomajes que declinan suavemente hacia el mar océano, donde la vegetación venía nuevamente, dado que, unos 10 años antes, un grandísimo incendio forestal, prácticamente quemó, arrasó con todo el inmenso bosque. Como suponíamos, la huella sigue bien pesada, sé tubo que sortear algunas tembladeras, retazos de tepuales, sobre los cuales y su hojarasca caminan personas y bestias. Durante ese día comimos algún bastimento, pero especialmente ulpo de harina tostada. El ánimo de los viajeros se mantuvo con altos y bajo, según la capacidad de cada cual o su cansancio, el temperamento, las motivaciones. Ya era hora, en nuevo atardecer llegamos a la desembocadura del río Abtao, el objetivo del viaje, aquí nos botamos a dormir, en el arenal de la playa, protegidos por las rocas y las pilchas del viajero. Pasada la noche, despertó con el griterío de gaviotas y chucaos.observamos gran cantidad de vacunos, con distintas marcas y pelajes; una cercana lobería en islotes rocosos, descansamos en lindo día, junto a la naturaleza agreste que nos asombraba, observamos, en la playa restos de naufragios. Asoma de nuevo la aurora y nuestro gringo jefe nos dice ¡Ya, pues, niñitos, les voy a pedir una gauchada! Y de lo que se trata es que me ayuden con una manitoa hacer un pequeño refugio. En esa "gauchada" dos largos días (de sol a sol) cortando varas, arrancando y acarreando junquillos flexibles,gruesos, firmes, para una casa de 4 x 6 mts. Más o menos; toda techada y tinglado con estos junquillos. El armazón de la casa se hizo de palo redondo, horcones y varas debidamente claveteadas. Los junquillos son unidos a las varas como si fueran manojo de trigo, con boqui delgado y con quilinejas. La casita terminada, sonrió el patrón; nosotros muertos de cansancio. La casa será lugar de ordeña, bodega,quizá que otra cosa.Los junquillos para el techo, hací como el pasto largo o la paja sobrepuesta, en una superficie inclinada de unos 45° más o menos, de pendiente, asegura por varios años la posible filtración del agua de lluvia, la que en tales casos, corre el suelo sobre estos vegetales y entre las hebras de primer plano. Del modo descrito, nuestro guía y conductor consiguió una ayudantía extraordinaria; finalmente no nos arrepentimos, ni mucho menos, del viaje a esa región desconocida ni de nuestra actividad imprevista. Durante nuestros días de permanencia junto a la desembocadura del río, comimos pescado como nunca antes lo habíamos hecho; robalos especialmente, hasta el hartazgo, pues, los ríos no llegan como alguien supondrá, derechamente al mar, sino que cuál galán enamorado, hace un requiebro en su curso, antes de unirse con el agua salobre y, naturalmente ahí, forma una especie de remanso, en el que al atardecer, después de todo un día de zarandeo, por el mar agitado, los peces llegan en cardumen a esta especie de dormitorio y forman grandes concentraciones, sin saber ellos de los sentimientos hostiles de los seres inteligentes; entonces se interrumpe el sosiego y llega el momento que los coge el anzuelo, así nada más, sin carnada, cosa de tirar la lienza. De entre tanta cantidad dejaron de respirar cientos de pescados los que fueron asados a las brasas, preparados en cazuelas saladas, ahumados. Así el viaje por esta enorme zona de la isla inexplorada e inhabitada. Este lugar sigue esperando la construcción de una huella ancha; que se construyan pequeños puertos pesqueros; que se instalen aserraderos, fábricas de conservas de productos del mar; que se instalen faenas para la crianza de ganado. Por todos lados hay pasto grueso, pasto coirón; pero, hay también lugares lleno de pasto dulce, de pasto miel, por donde han caído semillas de los estribos de los alerceros, los que, en temporada de primavera y verano se meten por estas sendas a elaborar tejuelas, para luego sacarlas a lomo de caballos hasta lugares más accesibles. Así son por aquí las cosas. Por otros lados la vida se agita, se transforma y se progresa. En estas latitudes en cambio alrededor de las dos terceras partes de la Isla Grande espera el billete largo para inversión y conseguir más tarde los dividendos; pero, mientras el concepto de desarrollo integral del país no varíe de manera fundamental, en muchos lugares de nuestra tierra sólo veremos el panorama sobrecogedor, la tradición, la artesanía, el folklore y aún muchas casa de junquillos. Autor : José Alamiro Vera Andrade Email: werold@123click.cl Profesor Normalista Profesor Instructor-Universidad Católica,Sede Curicó. |
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