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El hombre que quería volar: Esta pequeña historia que partió una tarde de mucho sol en la frescura de una casa que decía "Restorante" y donde una buena señora me hizo pasar a la cocina para ofrecerme de la (estupenda a mis ojos) comida que estaba preparando para ella. Yo andaba como siempre con mi cuaderno de apuntes y mientras ella terminaba los preparativos para el almuerzo me puse dibujar. Luego apareció un hermoso gato de raro colorido y yo comenté ¡Qué hermoso su Gato! ¿Como se llama? Ella me miró un rato y luego me contestó: -Cómo se ve que Ud. es un hombre d'arte y entiende muchas cosa y no es de acá le voy a contar. El hombre que quería volar: Cuento viejo. Quizás si supiéramos más de la historia del hombre nos encontraríamos una y otra vez con éste deseo que aparece en nuestros sueños. Creo que todos tenemos dentro un Icaro, Diablo Cojuelo, Alcino, Altazor voladores sin armaduras. Pero, volvamos a mi historia. Esta nace, no ha mucho tiempo, en algún sitio de Curaco de Veliz, que está en una isla dentro de tantas islas de éste Chiloé. Me cuentan que nuestro héroe, siempre supo que quería volar," como los cormoranes, como las gaviotas, un vuelo grande y ambicioso, no el pequeño, casi a ras del suelo del suelo del Chucao, ni mucho menos el vuelo de una armadura donde el no era él dueño, como de los aviones". Este sueño le llenó, desde siempre, la mente, ya de niño cada vez que el profesor en la pequeña escuela le preguntaba, ¿En que piensas? ¿Estás volando? él contestaba : sí estoy volando.... y lo echaban a volar fuera de la clase al frío, más tarde era su mujer quien lo encontraba ausente y le preguntaba ¿En que piensas? la respuestas era una y siempre la misma: en volar. Luego de mucho cavilar," pues no era hombre de quedarse sólo en sueños", encontró que la única manera de hacerlo era con la ayuda de los brujos. El sabía que existía un libro donde estaba toda la sabiduría de los brujos y le dijo a su mujer que lo buscaría, ella le contestó: no te metas con brujos, no les gusta y es peligroso ("otros dicen que el libro esta repartido en páginas vivientes y que nadie las tiene todas juntas" y que. entonces, a lo mejor pudo, buscando de isla en isla, toparse con la página que buscaba en algún camino). Pero el caso es que logró saber lo que necesitaba: cómo convocar a un brujo y cómo obligarlo a satisfacer su deseo. Así se lo contó a su mujer y le dijo que la próxima luna de luna llena saldría a volar. Esta le insistió una vez más que no lo hiciera, que las cosas con brujos eran peligrosas, que él había soñado mucho pero por tanto soñar, estudiado poco y que podría, fácilmente , equivocarse y quedaría l¹embarrá. Todo llega y llegó la esperada noche de luna llena, se levantó en silencio, su mujer lo sintió y partió detrás de él. Cuenta (la mujer) que se paró en medio del patio, dibujó algo en suelo y se puso a decir, en voz alta una serie de palabras raras. De repente se oyó algo así como un silbido agudo que terminó en un pequeño trueno y para su espanto y sorpresa apareció un pequeño hombrecito, ni chico ni grande, vestido como todos , pero muy, muy viejo. que se paró frente a él y le dijo, "porqué me has llamado y con que derecho" dice que el marido contestó con voz muy segura y clara ," con el derecho de todos los hombres a volar y tengo las palabras para obligarte". EL viejo le dijo: -¿A ver? Dilas te escucho. Allí nuevamente, muy aterrada, escuchó a su marido decir una serie de palabras a las que el viejo respondió . Muy bien las sabes, me obligas a satisfacer tu deseo, pero hay un detalle, eso que dibujaste en el suelo tiene cinco lados, no seis, no estudiaste la geometría y para el espanto de la mujer. el brujo, pasó sobre las líneas, tomó a su marido y se lo llevó. Sólo entonces atinó a persignarse, pero era demasiado tarde, si es que pudo servir para algo. La mujer entró a la casa, prendió la estufa y se sentó junto a ella, cuenta que se durmió y cuando despertó tenía un hermoso gato de colores cambiantes durmiendo en su falda. Un hombre sabio de otra isla le dijo que quizás el encantamiento duraría solo tres o siete años, que cuidara al gato , pues era su marido que pagaba el precio de su osadía. Esta historia debió partir con la pregunta que la generó. Señora ¿Qué hermoso su gato? O bien de los riesgos de no saber geometría. Draco Maturana, Príncipe de Nercón, patria de los arcoiris. Casilla 14, Castro Chile, Fono: (65) 636176 e-mail: dracomat@entelchile.net RUT: 1.982.173-0 |
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