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collage por Edward Rojas
¿Quién podrá defendernos ahora?
EL GIGANTE LLORA ¿QUIEN FUE?
Había una vez un gigante muy gigantesco que tenía por costumbre imponer su voluntad. Su poderío, estaba construido sobre el abuso y la golpiza de los más chicos. Se creía invencible y además se ensimismaba mirándose al espejo... hasta que un día...
Y aquí comienza de verdad nuestro cuento.
¿Qué sucedió el martes 11 de septiembre del 2001?
No, no ese 11 de septiembre tan nuestro desde hace 28 años, sino el de ahora. El que fue casi ayer.
La tragedia de esas decenas de personas secuestradas en aviones de itinerario, contando los segundos que las separaban de la muerte.
La tragedia de esos miles que trabajaban como hormigas en esos gigantescos rascacielos. Gerentes de multinacionales y sudacas aseadores, todos hermanados entre los fierros retorcidos.
La tragedia de esos otros miles que transitaban o que casualmente visitaban esos museos de glamour y riqueza.
La tragedia de esos cientos de militares tan protegidos y resguardados en el pentágono, dedicados a proteger al mundo de todos los Pinky y Cerebros sueltos.
La tragedia de las familias, la de los amigos lejanos. La de los televidentes viendo en directo esa película tantas veces ensayada en tantas y tantas otras películas norteamericanas. Pero, con una sola gran diferencia: esta vez el héroe no llegaba a tiempo.
La tragedia de los palestinos. La de los mexicanos y afganos. La de los cubanos, japoneses y vietnamitas. La tragedia de los negros-norteamericanos y también de los chilenos. Todas las tragedias de todos los tiempos, donde U.S.A. estuvo presente con su firma o aliento. ¿Quiénes recuerdan a Sabra y Chatila y sus habitantes arrasados también en septiembre, pero de 1982?
Los radares no captaron, dijo el pelao Gustavo en su exposición
El dolor y sentimiento de miles de familias norteamericanas. La existencia de tantos desaparecidos entre esos metales retorcidos. El dolor de nuestras madres y abuelas que no sólo en Chile y Argentina han buscado por años a sus seres queridos. Por mar y tierra. O los han encontrado mutilados o quemados a soplete.
Lo dramático de esa pasajera que llamó dos veces a su marido desde su celular. Lo dramático de esos aeropiratas juramentados para morir multiplicándose en miles de muertes.
Las imágenes repetidas de las torres gemelas ardiendo y las del Pentágono casi ocultas y apenas mostradas para no acentuar una campaña que termine por demoler confianzas y seguridades. La CNN conoce su pega, porque piensa en inglés y para todos.
Todos los recuerdos aflorando. La Moneda en llamas hace 28 años. Las torres gemelas en llamas y la guerra del golfo encabezada por el mismo señor Powel que ahora promete y rejura venganza.
La globalización como gobierno único, con un eje único y principal. Todos-todos regidos por Estados Unidos. Cultura dominante. Las bolsas desprotegidas y el dólar como termómetro.
Le pegaron al más grande. El gigante llora. Centro y periferia. El otro y los otros. El gigante llora desconcertado, no está acostumbrado a llorar. No solo llora de pena, también de orgullo, de falta de costumbre.
Los malos no tienen cara esta vez. O la tienen y dispone de barba y es millonario y está oculto... en algún lugar de la periferia.
Acaso, ahora tendremos que vivir la seguridad extrema y extremada
Palestina, Africa, América Latina, Oriente el cercano y el medio estarán vigilados. ¿Y si fuera un yanqui?
¿Quién no tiene cuentas pendientes con Estados Unidos?
El país de la Marylin y Disneylandia. De los Mac Donalds y los cowboys.
¿Quién se fijo en su cara de crisis? Parecía decir: ¿Qué hago yo aquí?
Busch y su cara de mono descompuesto, hierático e insensible
¿Qué hago yo aquí? Estuvo perdido varias horas. Habló del bien y del mal en su discurso. ¿Por qué tenía que tocarme a mí? Se preguntará una y mil veces este hijo de presidente.
¿Quién será más peligroso?
¿Los talibanes y Osama Bin Laden o George W. Bush y sus asesores?
Que dijo el otro. Quién pega más fuerte. Borrar a Afganistán del mapa, del mapa real. Pero no bastaría. Habría que seguir con los niños palestinos. Si, esos que celebraban. Identificarlos y luego envenenarles sus koyac. Quién podrá defendernos? La Biblia o el Corán.
¿Se fortalecerán los halcones o las palomas?
¿Podrá haber una cultura de la paz?
De la paz para todos. De la paz en los campamentos palestinos y en Nueva York.
Entretanto en el Pentágono reparado, asesores y expertos en operaciones encubiertas o directas, con cohetería y pilotos eyectados seguirán preparando algo. No tan lejos, en algún lugar de la periferia o el centro, sin fronteras, ni declaración de guerra, sin frente ni retaguardia, con una sola cortaplumas o una piedra, otros estarán también en los preparativos. Nuevamente por CNN y para todo el mundo...
P.D....continuara.
Ignacio Vidaurrázaga M.
Castro, 13 de septiembre 2001.
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