¿Patrimoine – patrimony – erbgut – patrimonium – patrimonio?

Es bueno tener Patrimonio, que duda cabe, pero, no basta con decir que tenemos un rico patrimonio, ¿dónde está nuestro Patrimonio?, ¿en que consiste?, ¿que sabemos de él?, ¿es realmente nuestro?. Esta y otras interrogantes nos asaltan a diario e incluso vespertinamente.

El término Patrimonio (según los diccionarios), dice relación con la herencia, sucesión o propiedad. En ese sentido, pueden existir múltiples tipos de patrimonios, el económico, por ejemplo (fondos, haberes, recursos, peculio, medios = Patrimonio material).

Si -teóricamente- la suma de patrimonios equivale a riqueza, los chilotes heredamos un gigantesco capital (y nuestros mayores fueron grandes potentados), que está en nuestras manos hoy administrarlo y hacerlo crecer para las futuras generaciones.

El aire que respiramos, las playas (que históricamente nos han alimentado), los mares (nuestros caminos y sustento), la tierra, los bosques, el Archipiélago entero es nuestra herencia o patrimonio.

Empero, nuestro pasado, nuestra forma de ser, las costumbres, mitos, supersticiones, religiosidad, valores, etc., también son parte del caudal patrimonial nuestro, que se le circunscribe al ámbito cultural, aquí están también, el folclore, la arquitectura, los sitios arqueológicos, la artesanía e inclusive la gastronomía, en fin, nuestra Cultura (o sea nosotros mismos).

Al hablar orgullosos -y con justa razón- de nuestro Patrimonio Cultural (riqueza), muchas veces nos hemos preguntamos ¿a cuanto asciende, donde comienza y termina, que está dentro y que no es patrimonio cultural?.

Intentar responderlo siempre será una arbitrariedad, se debería partir por definir conceptos (dirán algunos), pero, como el hombre cambia, la cultura también es dinámica y siempre evolucionará más rápido que las definiciones, por ende estas quedarán día a día obsoletas. Otros, mucho antes ya se han desvelado en este problema, y las respuestas son de toda índole.

Sin embargo, el fútbol, la electricidad, los programas de televisión, las modas actuales, si son parte de nuestra cotidianidad, ¿forman parte de nuestra cultura chilota?. Quién podría negar -por ejemplo- la influencia patagónica en nuestro archipiélago, el aporte del acordeón, el rol jugado por la radio o de la alegre (y a veces triste) música ranchera.

Lo cierto es que, cuando un bien cultural (tangible o intangible) se encuentra disponible, podemos usarlo o desecharlo, pero, si lo hacemos nuestro, lo asimilamos, mejoramos y preservamos, será parte del patrimonio, individual o social.
Hoy, en la era de la globalización, más que nunca debemos mirarnos al espejo y decir que es nuestro y que es ajeno. Solo entendiéndonos, y aceptándonos como lo que en verdad somos, podremos pararnos ante el mundo y decir para donde vamos los chilotes.


Nelson Bahamonde Barría.
Comité de Estudios y Gestión Cultural.
C.E.G.C. – Dalcahue.